"Cuando, por un decreto de potencias supremas, el Poeta aparece en este mundo hastiado, su madre, espantada y llena de blasfemias, crispa sus puños hacia Dios, que la acoge con piedad…".
El Poeta oscuramente romántico que es objeto de tal espanto es el parisino Charles Baudelaire, emblema del simbolismo francés, maldito entre los malditos, que apareció "en este mundo hastiado" hace 200 años, el 9 de abril de 1821.
El fragmento citado corresponde a Bendición, quizás la más desgarradora y esperanzadora a la vez (como su nombre lo anticipa) de las poesías de este autor, que fue, además, ensayista, crítico de arte y traductor.
Un busto de Charles Baudelaire, realizado por Pierre-Felix Masseau, en el Jardín de Luxemburgo, en París. Foto EFE/EPA/MOHAMMED BADRA
La poesía fue publicada en Las flores del mal en 1857, obra que, por otra parte, fue censurada por "ofender a la moral y a las buenas costumbres", desatando una gran polémica en torno a la figura del autor.
Fue justamente de esta poesía de Baudelaire, Bendición, que su coterráneo, el también escritor Paul Verlaine extrajo el concepto de "maldito" o "malditismo" para designar a escritores que, como él, llevaban vidas bohemias, consumidas por los excesos, símbolos de lo decadente (de hecho Baudelaire recibió el mote de "Dante de una época decadente") y cuyas obras destacaban por la provocación y el gusto por mostrar que puede haber belleza aun en lo siniestro.
Incluso Verlaine sacó un ensayo con ese nombre Poetas malditos en el que se refiere a sí mismo, junto a otros cinco: Corbière, Rimbaud (quien llamó a Baudelaire “Rey de los poetas, verdadero Dios”), Mallarmé, Desbordes-Valmore y Villiers de L'Isle.
La tumba del poeta Charles Baudelaire en el cementerio de Montparnasse, en París. Foto EFE/EPA/MOHAMMED BADRA
El primer "poeta maldito"
El concepto se extendió rápidamente a otros autores como François Villon, Antonin Artaud, Edgar Allan Poe (cuya obra fue traducida por el mismo Baudelaire casi en su totalidad),
Federico García Lorca,
Alejandra Pizarnik, Fogwill, William Blake,
Charles Bukowski, Roberto Bolaño y tantos más.
Valorada por autores como
Marcel Proust, Walter Benjamin y T.S. Elliot, la pluma de Baudelaire, considerado precursor de la poesía moderna que murió en 1867, fue incisiva, oscura y a contracorriente.
Fue surrealista cien años antes del nacimiento del surrealismo. Es el mismo Breton (fundador del movimiento) quien lo afirmó. Este poeta maldito fue quien supo separar a la poesía de la moral, proclamándola enteramente destinada a la Belleza y no a la Verdad.
Fue Paul Verlaine quien acuñó el concepto de "maldito" o "malditismo" para designar a escritores que llevaban vidas bohemias, consumidas por los excesos.
Por eso, trazó puentes entre el mal y la belleza, la felicidad fugaz y el ideal inaccesible, la violencia y el placer pero también entre el poeta y su lector e incluso entre artistas a través de los tiempos.
Más allá de sus poemas escandalosos, supo expresar tanto el horror como la melancolía, ese sentimiento denominado "spleen", que refiere a un hastío angustioso y deprimente.
Baudelaire, el poeta "maldito" por excelencia, nació el 9 de abril de 1821. Foro EFE/ Étienne Carjat
"No haber parido un nido de víboras, antes que alimentar esta irrisión. Maldita sea la noche de placeres efímeros en los que mi vientre concibió mi expiación", dice la madre de este pobre poeta de Bendición y agrega que Dios la eligió entre todas las mujeres “para ser el asco de su triste marido”.
Es fácil entonces adivinar, allí, al pequeño Charles de alma sensible que había desarrollado un odio eterno hacia ese padrastro, un militar rígido y autoritario que le había robado el amor de su madre, después de que su padre muriera cuando él solo tenía 5 años.
La señora Aupick, entonces, se había vuelto fría y distante con Charles y lo había internado en un colegio del que resultó expulsado, seguramente a causa de su comportamiento transgresor. Los biógrafos coinciden en señalar que el sentimiento de abandono que experimentó el escritor por este hecho fue determinante tanto en su vida como en su obra.
Así, Charles Baudelaire llegó a la vida adulta por los caminos de la bohemia, la droga, el alcohol y los excesos. Sin un trabajo fijo, deambulaba por las calles de
París, frecuentando prostíbulos y alternando con prostitutas, dos de las cuales quedaron inmortalizadas en Las flores del mal.
Una, es Sarah, una chica judía del Barrio Latino, bizca y pelada. La otra, Jeanne Duval, una joven mulata haitiana de belleza muy sexual apodada "la Venus negra", con la que se pavoneaba por las tertulias culturales de su época para "épater la bourgeoisie" (espantar a la burguesía).
Al momento de la publicación de Las Flores del mal (1857), Charles Baudelaire ya era un reconocido crítico de arte y, ante la censura y acusaciones que recibió por su obra, el autor respondió: "Todos los imbéciles de la burguesía que pronuncian las palabras inmoralidad, moralidad en el arte y demás tonterías me recuerdan a Louise Villedieu, una puta de a cinco francos, que una vez me acompañó al Louvre donde ella nunca había estado y empezó a sonrojarse y a taparse la cara. Tirándome a cada momento de la manga, me preguntaba ante las estatuas y cuadros inmortales cómo podían exhibirse públicamente semejantes indecencias".
Baudelaire fue uno de esos autores que no conoció el éxito en vida. Sobre todo, el éxito económico. En 1864 viajó a
Bélgica y quiso ganarse la vida dando conferencias como crítico de arte, sin demasiada suerte.
En 1865 sufrió afasia y hemiplejía a causa de la sífilis. En 1866 tuvo un ataque que lo dejó sin habla aunque conciente y falleció al año siguiente. Su madre lo acompaño hasta el final.
El cenotafio del poeta Charles Baudelaire en el cementerio de Montparnasse, en París. Foto EFE/EPA/MOHAMMED BADRA
“Ella vuelve a tragar, así, la espuma de su odio y, no comprendiendo los designios eternos, ella misma prepara en el fondo de la Gehena las hogueras consagradas a los crímenes maternos”, escribe el francés en Bendición.
Pero hay redención para este pobre poeta:
Sin embargo, bajo la tutela invisible de un ángel,
El niño desheredado se embriaga de sol,
Y en todo cuanto bebe y en todo cuanto come,
Encuentra la ambrosía y el néctar bermejo.
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Él juega con el viento, conversa con la nube,
Y se embriaga cantando el camino de la cruz;
Y el espíritu que le sigue en su peregrinaje
Llora al verle alegre cual pájaro de los bosques.
Carta de Charles Baudelaire, anunciando intención de suicidio. Foto AFP/ Archivo
Todos aquellos que él quiere lo observan con temor,
O bien, enardeciéndose con su tranquilidad,
Buscan al que sabrá arrancarle una queja,
Y hacen sobre él el ensayo de su ferocidad.
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En el pan y el vino destinados a su boca
Mezclan la ceniza con los impuros escupitajos;
Con hipocresía arrojan lo que él toca,
Y se acusan de haber puesto sus pies sobre sus pasos.
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Su mujer va clamando en las plazas públicas:
“Puesto que él me encuentra bastante bella para adorarme,
Yo desempeñaré el cometido de los ídolos antiguos,
Y como ellos yo quiero hacerme redorar;
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¡Y me embriagaré de nardo, de incienso, de mirra,
De genuflexiones, de viandas y de vinos,
Para saber si yo puedo de un corazón que me admira
Usurpar riendo los homenajes divinos!
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Y, cuando me hastíe de estas farsas impías,
Posaré sobre él mi frágil y fuerte mano;
Y mis uñas, parecidas a garras de arpías,
Sabrán hasta su corazón abrirse un camino.
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Como un pájaro muy joven que tiembla y que palpita,
Yo arrancaré ese corazón enrojecido de su seno,
Y, para saciar mi bestia favorita,
Yo se lo arrojaré al suelo con desdén!”
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Hacia el Cielo, donde su mirada alcanza un trono espléndido,
El Poeta sereno eleva sus brazos piadosos,
Y los amplios destellos de su espíritu lúcido
Le ocultan el aspecto de los pueblos furiosos:
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-“Bendito seas, mi Dios, que das el sufrimiento
Como divino remedio a nuestras impurezas
Y cual la mejor y la más pura esencia
Que prepara los fuertes para las santas voluptuosidades!
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Yo sé que reservarás un lugar para el Poeta
En las filas bienaventuradas de las Santas Legiones,
Y que lo invitarás para la eterna fiesta
De los Tronos, de las Virtudes, de las Dominaciones.
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Yo sé que el dolor es la nobleza única
Donde no morderán jamás la tierra y los infiernos,
Y que es menester para trenzar mi corona mística
Imponer todos los tiempos y todos los universos.
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Pero las joyas perdidas de la antigua Palmira,
Los metales desconocidos, las perlas del mar,
Por vuestra mano engastados, no serían suficientes
Para esa hermosa Diadema resplandeciente y diáfana;
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Porque no será hecho más que de pura luz,
Tomada en el hogar santo de los rayos primitivos,
Y del que los ojos mortales, en su esplendor entero,
No son sino espejos oscurecidos y dolientes!”
*Fragmento del poema Bendición??, de Charles Baudelaire
PC