A un año de las primeras cuarentenas, estamos muy conscientes del impacto sin precedente que ha causado la pandemia de Covid-19 en todas las capas de la sociedad, creando impensables daños económicos y sociales. Este momento también fue descripto como una de las crisis de discriminación más grandes de la historia, que ha creado y exacerbado la peligrosa brecha de género.
Las mujeres han visto crecer las desigualdades estructurales durante la pandemia, desde el incremento en los reportes de violencia doméstica y la carga de tareas de cuidado no remuneradas hasta un aumento en las tasas de matrimonio infantil. Aproximadamente 33% de las mujeres del mundo han perdido su empleo como resultado directo de la pandemia, lo que representa una proporción mucho más alta que en el caso de los hombres y significa que actualmente hay 47 millones de mujeres en situaciones de pobreza extrema.
Paralelamente, las mujeres lideran los equipos de primera línea, ocupando el 70% de los trabajos de atención médica en el mundo, arriesgando su vida y la de sus familias continuamente. Aun así, mientras luchamos contra la pandemia y comenzamos a planear la recuperación socioeconómica en todo el mundo, el 80% de los equipos gubernamentales de respuesta al Covid-19 –equipos que están a cargo de solucionar los problemas que están afectando desproporcionadamente a las mujeres– están conformados en su mayoría por hombres. Adicionalmente, en al menos 26 de estos equipos no hay ni una sola mujer.
Aunque impactantes, estas cifras reflejan la norma del liderazgo femenino a nivel global. Si bien ha habido cambios positivos en los últimos años, como son los casos de Jacinda Arden, Angela Merkel y Sanna Marin, quienes son líderes de sus países, en 2021 la participación global de las mujeres en puestos parlamentarios es apenas del 25%. Solo 14 países (tan solo 7% de los 195 Estados soberanos del mundo) cuentan con un mínimo de 50% de mujeres en sus gabinetes. Décadas de progreso en cuanto a igualdad de género han sido eliminadas por la pandemia, y no podemos permitir que esto continúe. Los gobiernos no podrán reconstruirse de manera positiva si excluyen la participación de las mujeres en puestos de toma de decisiones. Esto solo ocasionará que sigan ignorando las necesidades de las mujeres y las políticas que las apoyan, lo cual atenta contra un mejor futuro.
Los equipos operativos tienen la capacidad de garantizar la igualdad de género como un componente vital de la recuperación y conservación de los países. El mundo no puede darse el lujo de esperar. Tomar medidas para contrarrestar los efectos retrógrados de la pandemia en las cuestiones de género podría representar 13 billones de dólares de crecimiento del PBI mundial para 2030.
En un período en el que las mujeres y las niñas corren el riesgo de perder sus derechos y quedar todavía más relegadas, es de vital importancia que el mundo duplique sus esfuerzos por representar con igualdad a las mujeres, en especial a las mujeres de color, a las mujeres indígenas, a las mujeres migrantes y refugiadas, a las mujeres con discapacidades y a las personas y jóvenes de la comunidad Lbtqi+.
El Foro Generación Igualdad, organizado por ONU Mujeres y el gobierno mexicano, que se llevó a cabo recientemente en México, marca un punto de inflexión global a favor de la igualdad de género. Es una oportunidad que solo se presenta cada 10 años, y que reúne a personas defensoras de los derechos de las mujeres de todo el mundo para cambiar el sistema de manera permanente y cimentar la igualdad de género como un componente vital de la recuperación global.
Debemos reorganizar y construir un mundo mejor garantizando que las mujeres tengan un lugar estratégico y significativo en la toma de decisiones. Si perdemos esta oportunidad, transcurrirá mucho tiempo antes de que podamos hacer cambios de esta magnitud nuevamente.
Decana de la Escuela de Asuntos Públicos y Globales de IE University, miembro del Grupo de Mujeres Líderes a Favor del Cambio y la Inclusión, exministra de Relaciones Exteriores de la Argentina (2015-2017), ex jefa de gabinete del secretario general de la ONU Ban Ki-moon