Hasta que nos volvamos a encontrar
Marzo 29, 2020
Pasiones argentinas
Hasta que nos volvamos a encontrar
Nota de la socia Marianne
Silvia Fesquet
para Diario Clarin
sfesquet@clarin.com
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Son tiempos de cuarentena. Duros, difíciles, inciertos y, sobre todo, inéditos. Ni en nuestras peores pesadillas podría haber figurado esta realidad que se nos ha venido encima sin que nadie haya atinado a sospecharlo. Las reacciones son dispares y se van alternando. En cuestión de horas es factible saltar de la angustia y la ansiedad al enojo y la desesperación pasando por la resignación y el desánimo o la euforia y el optimismo. Acostumbrados a vivir a las corridas y en estado de vértigo perpetuo este parate súbito y obligatorio activó, de manera exponencial, todos los resortes de la vida virtual. Más allá de teletrabajo y reuniones por zoom, Webex u otras herramientas, sustitutos necesarios para seguir adelante en circunstancias como estas, la Web se inundó literalmente de recomendaciones, tutoriales, videítos de toda laya y listados interminables de opciones para entretenerse, activarse, ocuparse y mantenerse en casa en una suerte de permanente estado de alerta y movilización. La cuestión parecería ser que no quede un segundo libre de desocupación o, pecado de los pecados, aburrimiento y, sobre todo, desconexión. La cuarentena es una excelente oportunidad para disfrutar de placeres que la falta de tiempo suele dejar relegados. Pero es también una inmejorable ocasión para desacelerar, hacer un detox digital, hablar cara a cara con quienes comparten el mismo techo y suelen estar cerca pero enchufados cada uno a su propio dispositivo, e incluso para volver a usar el celular para su primigenia razón: hablar por teléfono, en un auténtico diálogo, uno a uno. Y lo es, sobre todo, para redescubrir el silencio, mirar para adentro y encontrarnos, nada menos, que con nosotros mismos. ?